martes, 25 de enero de 2011

Un año más que nuevo

Llegamos del río Quilpo al terreno de Pepe a pasar la navidad con nuestro nuevo amigo Iñaqui. Hicimos un plato que mucho no nos gusta: “milanesas a la napolitana con fritas” nos dimos una panzada magistral y recibimos la navidad de una manera única.
Luego de una visita más al Quilpo esperábamos ansiosos la llegada de nuestros amigos y ya se empezaba a palpitar un año nuevo diferente.
Todos juntos, unidos en un pensamiento, un momento y un lugar. Nos elevamos con un grito y una danza junto al fuego que pudo ser vista desde el espacio. Un abrazo gigante y la sensación de que estábamos haciendo algo muy bueno. Muchos más gritos y dejamos despegar por fin, como un  globo aerostático, una gran bola blanca de energía que se perdió en el universo a toda velocidad, y todavía debe estar girando.
Así recibimos este año más que nuevo para nosotros, rodeados de viejos y nuevos amigos en “papulandia” Córdoba.
Pasaron unos minutos de esa gran bola, y pasó algo que nos dejó a todos atónitos. Una gran estrella fugaz con forma de cometa cruzó todo el ancho del negro cielo. Duró tanto en cruzarlo que nos dio tiempo para avisar a tres personas más. Fue algo nunca visto para la mayoría de los que estábamos ahí. Después poco a poco fuimos saliendo a la civilización a celebrar con todos y a ver a los chicos que tocaban en un bar. ¡Que noche! Será recordada por nosotros siempre, por estar lejos de casa, por empezar con este sueño, por la alegría que sentimos y toda esta mezcla de sensaciones. Ya bien entrada la mañana también será recordada por la brusca aparición de la muerte, que sin pedir permiso se llevó a “Ela”, la cachorrita del lugar en un inexplicable accidente con piedras. Así, con un duro golpe al marulo caímos derrotados el primero de enero con ese trago amargo y dulce  a la vez, por todo lo vivido y el frío toque de la muerte.


Atardecer en el rancho de Pepe. Gracias Jose! y gracias Julia Celeiro por las fotos.

                 


Futura pared derecha del quincho.
 



Al otro día vamos al Quilpo a renacer en sus aguas y a apagar los incendios interiores. Acampamos comosiempre lejos del camping en una playa alucinante. Entre los muchos bichos que había ahí, además de nosotros, vimos tortugas, peces, víboras, escorpiones y una tarántula suicida que creyó poder caminar sobre las brasas.
El piletón acá si que es digno de verse, tendrá 300 mts. de largo por 50 mts, de ancho, brindando así un inmejorable lugar para la natación y relajación acuática.

Después de tres noches y cuatro días debíamos volver a San Marcos a laburar en un mural, en el local de Euge, el Gato y Agus (Mates y Mails). Primer trabajo oficial del grupo paloma. Muy bueno hacerlo realmente y muy bueno quedó. Gracias Euge y flia.



Así dejamos Córdoba, tras veinte y pico de días alternando entre el río y papulandia, repletos de amigos. Y zarpamos por ruta hacia Catamarca, cruzamos La Rioja, vimos los Colorados, y llegamos al encuentro de quienes cambiaron nuestros planes, Juancho, Emi, El fanego, Guido y Pedrito. Allí nos instalamos en el río Quimivil a casi diez Km. del pueblo de Londres. Visitamos las ruinas Incas llamadas “El Shincal” que estaban tras el cerro donde acampamos. Esta ciudad, le debe su nombre a que fue encontrada sepultada bajo las plantas Shinqui. Fundada en 1400 DC. albergó a más de 1000 personas fijas y casi 2000 de paso (viajeros de otros tiempos). Tenían grandes conocimientos de agricultura y fue por eso que los Incas se interesaron en ella y conquistaron pacíficamente (según nos dijeron) a los Diaguitas locales. De esta forma juntaron técnicas de unos y otros para beneficiarse. Desde la ciudad y nuestro campamento se ve sobre la montaña justo en el medio, un camino que es el antiguo “camino del inca”. Desde aquí tardaban cuatro meses hasta Cusco transportando cargas en llamas. Y dos meses tardaban los mensajeros o “Chasquis” corriendo hasta Perú, y vaya uno a saber mascando cuanta coca.
Hermosísima semana en el río, perdidos en Catamarca, en una zona de mucho poder, vimos a un aliado. Fuimos agua, hablamos con las plantas y animales, sentimos el fuerte poder de Inti, y vivimos en armonía con la naturaleza, sin modificar el medio, por lo menos esa semana. Fue magia pura y sin diluir.
Los Colorados - La Rioja

El drink team.

Ruinas del Shincal






La casita del Mudito


Al norte por la 40. Hacia allá vamos. Fuimos hasta Belén con Juancho como invitado en la palomita. Hicimos compras necesarias, almorzamos, vistamos un mecánico para unos ajustes, y nos tuvimos que despedir del querido Juancho.  Suerte amigo y buen viaje. De Belén a Cafayate sin escalas. La palo llegó escupiendo negro y varias veces hubo que empujar en ruta de ripio. Puede quedarse un rato, pero dejarnos tirados… nunca. Siempre abrimos el capo como si supiésemos, y tras  tocar algunas cosas arranca. Bella y blanca palomita.
Ya en Cafayate fuimos por primera  vez tras más de un mes y medio a un camping. Muuuucha gente, pero mucha. Laburamos satisfactoriamente bien con la comida en el camping. Fuimos a las siete cascadas del río Colorado, visitamos bodegas, tuvimos la suerte de ver a dos seres queridos como son el “Chivi y Barco” acompañados de una familia amiga y tomamos mucho vino con nuevos amigos del camino. Entre ellos los “cuarenteros” (de la Quiaca a Ushuaia por la 40), Agus y Ema, Celes y Lu (dos loquitas lindas de la capital federal). También conocimos a Crosby, un sudafricano de lo más groso para conocer. Todas sus palabras fueron muy precisas. Ojalá nos volvamos a encontrar.
Teníamos que dedicarnos a la paloma, a ver qué le pasaba. Por suerte dimos con “el buda”. Simplemente gracias don por el esfuerzo y las ganas que le pusiste para encontrar el problema en cuestión. Debemos decirte que la paloma esta transitando las rutas perfectamente. Saludos y hasta siempre.








Ya sabemos a quien rezarle
                         
Agarramos la 40 (según nos dijeron en “El Shincal”) construida en muchísimos tramos sobre “El camino del Inca”. Vamos imaginándolos todo el tiempo con sus cargas por estos rincones del mundo con mucha nostalgia de que ya no estén.
Llegamos a Angastaco tras recorrer 80 Km. de ripio. Le cambiamos la bomba de nafta a la palo que ya no quería más (el buda lo había anticipado ni bien nos conocimos) y si bien la idea era quedarse una noche, se hicieron dos para luego ser tres. Demasiado lindo y chico pueblito rodeado de montañas puntiagudas que se inclinan todas hacia un  mismo lado. Y por suerte bien lejos del circuito turístico.  Fuimos al camping municipal donde nos reencontramos con Celes y Lu, y conocimos a Fabián que anda pedaleando su briosa bici por estas latitudes. Aunque solo compartimos una noche fue copado cruzarlo y preparar entre todos unas pizzas. Buen viaje  “persona de colores”. Al tercer día jugamos un fútbol once con la gente del lugar, la altura dijo presente, la pelota no dobla y al pulmón le falta oxígeno. Casi morimos.





No a la violencia en el futbol. Gracias por el fulbito Angastaco!



Después de casi 100 Km. más de ripio por la 40, la entereza de la paloma quedó fijada en nuestra cabeza. Llegamos a Cachi donde nuevamente hubo mucha gente y festival de pueblo, la primera noche albergamos a  Geraldina (Belga) y a Ian (canadiense) compartimos una buena cena y hasta la próxima. Hay que irse acostumbrando a conocer buena gente y rápidamente despedirse queriendo más de ellos.




Ahora nos encontramos en la Merced en lo de Gustavo, Lucía y Canela que nos abrieron las puertas de su casa  muy amable y desinteresadamente. Nos sentimos muy cómodos en su compañía ya que son dos personas muy alegres y divertidas. Gracias por la infinita buena onda.





Seguiremos siempre al norte, les mandamos muchos abrazos y un agradecimiento especial a los comentarios y el apoyo, sepan que vienen presentes con nosotros arriba del auto.
Prendido a la magia de los caminos, el Dodge va.